Tres cosas me gustaron sobremanera cuando visité El grillo y la luna en Barbastro.
1. El dueño, Antonio Calvo, fundó la bodega en 2007 con la intención de hacer el mejor vino del Somontano, según nos contaron. Con dos narices.
2. Es difícil diseñar botellas más bonitas.
3. El Súpergrillo, su vino superlativo en calidad y precio, que cuesta 125 euros y que difícilmente hubiera probado de no ser invitado, claro.
En resumen: actitud, aspecto y sofisticación. Un tridente irresistible para deslumbrar a un ser asilvestrado como yo.
El grillo y la luna alude a la naturaleza circundante y también a sus dos líneas de vinos:
1. La del animal, con cuatro referencias, tres tintas y una blanca, de entre 25 y 125 euros:
- Hop Hop: Garnacha y Syrah, mitad y mitad.
- Canto del Grillo: Chardonnay.
- Grillo: Syrah, Cabernet Sauvignon, Garnacha y Merlot, de mayor proporción a menor.
- Súpergrillo: Syrah-Cabernet Sauvignon, mitad y mitad.
2. La línea del planeta, con un blanco, un rosado y un tinto de 9 euros que se comercializan bajo el nombre de 12 Lunas (las que se suceden entre una vendimia y otra).
Es una bodega pequeña, coqueta y pop. Suma 48 hectáreas (unas 20 propias, y el resto arrendadas), de las que aproximadamente dedica un cuarto a su gama alta. En verano la finca principal se llena de grillos, y de ahí la mitad de su nombre. Tiene un logotipo precioso diseñado por Isidro Ferrer. Ofrece visitas guiadas más informales que las habituales, donde en seguida conoces a toda la familia del lugar. Organiza conciertos, como el reciente de Marlango. Exporta la mitad de sus 190.000 botellas. Y atesora premios tanto por sus vinos como por su imagen.
Básicamente, es una bodega chula. Que no pija.
Aplican un cuidado minucioso a la viticultura: trabajan las fincas más selectas con caballo, vendimian a mano con cajas pequeñas (15 kilos), seleccionan en dos fases (raspón y grano, y luego ya grano a grano), fermentan cada parcela y cada variedad por separado, y después en silencio catan a ciegas barrica a barrica para saber qué variedades y qué parcelas se adaptan mejor a cada madera. Básicamente, mimo en cada parte del proceso. No en vano, en el arranque les asesoró Michel Roland, el consultor más influyente en el mundo en opinión de muchos.
Pero cuando llegas tú a visitar el negocio te lo explican con naturalidad, sin tirarse el moco y sin hacerte sentir un salvaje en un templo del vino, como sucede a veces.
Quizá ahora te preguntes si el Súpergrillo estaba rico. Y lo estaba. Muchísimo. Más o menos así:
Y ahora quizá te preguntes si merece la pena gastarte 125 euros en una botella. Ante lo cual te miro fijamente a la cara y te digo que todos los demás estaban riquísimos.